A mediados de junio, después de un par de semanas de días lindos de unos 25 grados, la temperatura subió de golpe a más de 30 grados. Era lunes y en período escolar. A la tarde volviendo a casa, me encontré con gente caminando en malla o bikini por la ciudad, y gente metida en el río en partes que yo pensaba que no eran para meterse (baden verboten y todo eso).
En particular, una parte del Englischer Garten por la que cruza un canalcito y tiene mucho pasto alrededor se había convertido en el equivalente de la Playa Bristol de Mar del Plata, no cabía un alfiler.
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| Foto sacada del sitio muenchen.de |
Pasada esa semana, hubo una semana fresca, en la que hacía más calor en Buenos Aires que en Munich, y luego volvieron las temperaturas agradables, rondando los 25 grados. En algún momento pensé que el pico del verano ya había pasado y que el resto de los días serían más bien templados.
A mediados de julio, para mi sorpresa, volvió el calor de la locura. Otra vez 30 grados, y otra vez la gente paseando en bikini y metiéndose en cuanto charquito encontrara, que encima eran cada vez más chicos porque por tres semanas no había llovido ni un solo día.
Así fue que nos encontramos con una nueva forma de locura: los chicos que se tomaban el tranvía en malla. Al principio no entendíamos del todo como funcionaba, pero después de un par de semanas de 30 grados de máxima, lo llegamos a entender.
El mapa muestra el recorrido que voy a explicar a continuación. En la esquina inferior izquierda, debajo de donde dice Eisbach es "la ola", el agua pasa por ahí a mucha velocidad justamente para que se pueda formar la ola. Lo que la gente hace es que se mete al canal más o menos en la zona donde empieza el color celeste, y se deja llevar por la corriente hasta donde termina el celeste.
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| La gente dejándose llevar por la corriente, en medio del canal |
En definitiva, durante la tarde entera la gente (al principio eran chicos pero después de dos semanas de calor, la locura ya era generalizada) se mete a la corriente, se deja llevar por un kilómetro, sale, espera el tranvía, y entre 3 y 13 minutos después vuelve a repetir el recorrido.
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| El final del canal resaltado | La parada del tranvía del lado de enfrente |
Finalmente, después de tanto ver a la gente dejándose llevar por la corriente, sucumbimos nosotros también a la locura, el fin de semana que estaba Gastón de visita desde Berlín. No hicimos el trayecto completo de un kilómetro, sino que nos tirábamos al agua por unos cien o doscientos metros y luego volvíamos caminando.
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| Gastón y Maxy a punto de meterse en la corriente |






Marga
ResponderEliminarBuenísimo todo esto.
Por un lado, es verdad que el calor enloquece, pero por otro, en los lugares en los que el verano es corto y el invierno duro, se disfrutan más los días de sol.
Se nota que hizo mucho calor en Europa. Lucas se quejaba de los mediodías en los que, según decía, no hacían sombra porque el sol estaba justo encima de la cabeza.
Dan ganas de tirarse en ese arroyo. Después de todo, cuando uno esquía, se deja llevar por la gravedad :)
¡Copadooo!
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